2007/02/24

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA /C

 

Dt 26, 4-10
Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15
Ro 10, 8-13
Lc 4, 1-13

LECTURAS Y HOMILÍA

Profesión de fe del pueblo escogido

Lectura del libro del Deuteronomio 26,4-10

Dijo Moisés al pueblo:
- El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios.
Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado».
Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.

 

Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15

R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.

Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.

 

 Lectura 2 

Profesión de fe del que cree en Jesucristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10,8-13

Hermanos:
La Escritura dice:
- La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.
Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos.
Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.
Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura:
- Nadie que cree en él quedará defraudado.
Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan.
Pues todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.

 

Evangelio 

El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4,1-13 

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó:
- Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
- Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
- Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».
Jesús le contestó:
- Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

 

HOMILÍA

Hermanos: hemos iniciado nuestra andadura anual hacia la Pascua. Se nos brinda una nueva oportunidad para volvernos a Dios, vivir la vida de cada día de cara a Dios; una nueva oportunidad para convertirnos. La conversión, pues, no se entiende como algo puntual, que se da en un momento dado y es para toda la vida. La conversión es un proceso, un caminar en el que nos vemos cada vez más entregados a Dios, más cercanos a él, más confiados en él.

En este primer domingo de Cuaresma las lecturas de la liturgia de hoy nos lanzan una llamada que, tal vez por lo que nos podamos creer, puede pasársenos desapercibida; esa llamada es a confiar plenamente en Dios. ¿Verdad que lo damos por hecho? Pero ¿qué dice nuestra vida cotidiana? Ahí tenemos a las grandes figuras como espejos que nos pueden indicar nuestro proceder diario.

En el Paraíso, el primer hombre sucumbe a la tentación. Aquel pueblo que Moisés, impulsado por Dios, saca de Egipto, sucumbe una y otra vez en las tentaciones del desierto: se rebela con­tra Dios; añora lo dejado en Egipto, murmura, etc., etc. Y la otra tentación, siempre presente, será la de utilizar a Dios, manipularlo, tanto en su Palabra como en su poder.

La liturgia de hoy, pues, hermanos, quiere ayudarnos a confiar plenamente en Dios; a desconfiar de la riqueza, del poder y de la fama..., que son realidades efímeras; nos invita a buscar aquello que da consistencia al hombre, tanto en su vida cotidiana como en la definitiva.

El evangelio nos ha presentado a ese hombre nuevo como modelo del hombre que confía plenamente en Dios. En primer lugar, nos lo presenta como auténtico hombre: padece hambre, es tentado..., como cualquier otro hombre. Pero, al mismo tiem­po, y como cualquier otro hombre que así lo desee, nos lo presenta como guiado por el Espíritu. Y, por último, en su situación, identificaremos en él al nuevo hombre y al nuevo pueblo que nacerá con quienes mediante el Bautismo se incorporen a él.

Los 40 días de ayuno, y en el desierto, nos recuerdan a aquel pueblo que durante 40 años camina hacia la liberación. Y también a Moisés que camina 40 días al encuentro de Dios en el Sinaí. Fijémonos en Jesús si queremos vivir de cara a Dios; en él descubrimos los pasos que podemos ir dando como camino o proceso de conversión.

El hombre que confía plenamente en Dios no mira solamente por el pan, mira también por el alimento espiritual que es la Palabra de Dios. Esa palabra que apenas nos dice nada, y que incluso puede aburrirnos... ¿No son situaciones que están exigiendo conversión? San Pablo nos ha dicho que la palabra está cerca, en tu boca, en tu corazón... Para saber aprovecharla y convertirla en alimento de nuestra vida qué mejor que acercarnos a ella a lo largo de la Cuaresma en la misa de cada día, en la lectura de la Carta Pastoral de nuestros Obispos y en los encuentros de los martes a las 6 de la tarde.

Jesús rechaza también la tentación de utilizar su poder para provecho propio, al rechazar convertir la piedra en pan. Y rechaza los poderíos que el Tentador se los da, caprichosamente, a quien él quiere, porque desea realizar una vida de servicio. Se trata de apreciar lo que somos y que Dios nos ha hecho para regalarnos a los demás, para servir, sobre todo, a los menos afortunados, a los más cercanos... Y rechaza también la fama fácil, efímera; el reconocimiento fácil y efímero de su mesianidad por parte de la gente que se arremolina en torno al templo. No es quién para retocar y trastocar los planes que Dios tiene reservados para su Ungido, el Mesías.

Las dos primeras lecturas nos han brindado unas pautas de conversión. Las ofrendas no pretender granjearse el favor de Dios, que siempre está por el hombre y cerca de él. Al realizarlas, reconocemos y agradecemos que Dios hace fructífero nuestra esfuerzo, y compartiendo los frutos, podemos mostrarnos como hombres nuevos, renovados por el Espíritu.

San Pablo, en la segunda lectura, nos ha querido aproximar al aprecio por la palabra, que la tenemos tan cerca: gustemos de ella, proclamémosla, aprendamos a hablar de nuestra experiencia de Dios.

El desierto es la imagen que nos ha brindado la Liturgia de hoy; desprendámonos de todo aquello que nos da seguridad; dejémonos guiar por el Espíritu para que podamos descubrir nuestra grandeza, al confiar en Dios, y seamos servidores que no confían en el poder o la fama, sino en la propia entrega. Y dispongámonos a vivir como hombres nuevos, renovados, que proclaman el gozo del hombre que confía plenamente en Dios.




GARIZUMAKO LEHENENGO DOMEKEA /C


Dt 26, 4-10

Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15
Er 10, 8-13
Lk 4, 1-13

IRAKURAIAK eta HOLMILIA

Lehenengo irakurgaia Dt 26, 4 10:

- Israel herriaren fedea ez da egia batzuk sinistea. Giza historiaren barruan salbatzen diharduan Jaungoikoagan sinistea baino. Israelen historia guretzat ere argibide da: geu ere morrontza etxetik askatasunerako bidea egitera goaz.

 Deuteronomio liburutik.

Moisesek honan berba egin eutson herriari: «Abadeak, zure eskutik lehenengo frutuak hartu eta jaunaren, zure Jainkoaren, altara aurrean jarriko ditu.

Orduan, Jaunaren, zure Jainkoaren aurrean, hauxe esango dozu: "Nire aita harantz honantz ebilen aramear bat zan; Egiptora jatsirik, arrotz bizi izan zan han, lagun bakar batzukaz; baina gero herri handi egin zan, jentez eta indarrez.

Egiptoarrak txarto erabili eta atsekabetu egin ginduezan, eta buztarri latza ezarri euskuen. Orduan guk Jaunari, gure asaben jainkoari, deadar egin geuntson, eta Jaunak entzun eban gure deadarra. Gure atsekabe, neke ta esturaldia ikusirik, esku bizkorrez eta beso zabalez atara ginduzan Egiptotik, bildur-ikara, ezaugarri eta egintza harrigarrien artean. Orain gagozan toki honetara ekarri ginduzan, eta lur hau emon euskun, esnea ta eztia darion lurra. Orregaitik ekarri dodaz hona, Zuk, Jaun horrek, emon deustazun lurraren lehenengo frutuak».

Jaunaren, zure Jainkoaren aurrean, itziko dozuz, eta Jauna, zure Jainkoa, ahuspez gurtuko dozu».

Jaunak esana!

 

Erantzun-salmoa Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-15

 R/. Zagoz nirekin, Jauna, larrialdian.

 Goi-goikoaren babespean zagozana,
guztiz Ahaltsuaren gerizpean bizi zareana,
esaiozu Jaunari: «Zeu zaitut igesleku eta gaztelu,
ene Jainko, Zeugan nago sendo». R/.

 
Ez jatzu gatxik ondoratuko,
ez izurririk zure txabolara hurreratuko.
Agindu deutselako aingeruei zutaz,
zaindu zagiezala bide guztietan. R/.

 
Eroango zaitue eskuetan,
zure oinak harririk jo ez dagian.
Suge ta sugegorri-gainean dozu oina jarriko,
lehoia ta herensugea azpian zapalduko. R/.

 
«Neuri lotu jatan ezkero, onik atarako dot,
nire izena ezagutu dauan ezkero, babestuko dot.
Deituko nau eta Nik hari entzungo,
beragaz izango nau larrialdirako
askatuko dot eta ospetsu egingo». R/.

 

Bigarren irakurgaia Erm 10, 8-13

San Pauloren berbak gogoratuko deuskue, gure fedearen iturburua Jaungoikoaren Berbea dala: berak laguntzen deusku eta argitzen gaitu.

San Paulo Apostoluak Erromatarrei
Senideok: Hauxe dino Liburu Santuak: «Zeure ondoan dozu berbea: zeure ahoan eta bihotzean. Berba hori da guk iragarten dogun sinismenaren barria. Izan ere, zeure ahoz autortzen badozu Jesus Jauna dala, eta zeure bihotzean sinisten badozu Jaungoikoak hilen artetik biztu ebala, salbauko zara. Bihotzez sinisteak zuzentasuna dakarsku; eta ahoz autortzeak, salbamena. Liburu Santuak honan dino: «Haregan sinisten dauana ez da lotsatan geldituko».
Ez dago bereizkuntza egiterik, judutar izan zein greziar izan; bat bera da guztien Jauna, Berari dei egiten deutsen guztientzat eskuzabala. Izan ere, Jaunaren izenari dei egiten deutson guztiak lortuko dau salbamena».

 

Ebanjelioa Lk 4, 1- 13

Jesus, gizona zan aldetik, geu lez tentatua izan zan; baina tentaldiak garaitu egin zituan. Goratu dagigun Jauna "Aintza, Jesus, Zuri beti...« abestuz.

 
† Jesukristoren Ebanjelioa San Lukasen liburutik

Aldi haretan, Espiritu Santuaz beterik bihurtu zan Jesus Jordanetik; Espirituak erabili eban basamortuan berrogei egunez, eta deabruak tentaldian jarri eban. Ez eban ezer jan egun hareetan; eta azkenean gosetu egin zan. Deabruak esan eutson: «Jaungoikoaren Seme bazara, esaiozu harri honi ogi bihurtu daitela». Eta Jesusek erantzun: «ldatzita dago:"Gizona ez da ogiz bakarrik bizi"».
Gero leku goi batera eroan eta deabruak lurreko erreinu guztiak erakutsi eutsozan une baten, eta esan eutson: «Guzti horreen agintea ta aintza emongo deutsut; izan ere, neuri emon deusteez, eta nik neuk nahi dodanari emoten deutsadaz; beraz, gurtzen banozu, zeurea izango da dana». Jesusek erantzun: «Idatzita dago: Jauna, zure Jaungoikoa, gurtuko dozu, eta Bera bakarrik zerbiduko"».
Orduan, Jerusalenera eroan eta jauretxeko teilatu ertzean ipini eban, eta esan eutson: «Jaungoikoaren Seme bazara, bota egizu zeure burua hemendik behera;
idatzita dago-ta: "Bere aingeruei aginduko deutse zu zaindu eta onik atarateko", eta "eroango zaitue eskuetan, zure oinak jo ez dagian harrietan"».
Honan erantzun eutson Jesusek: «Aginduta dago: "Ez tentau Jauna, zure Jaungoikoa"».
Eta tentaldiak amaituta, alde egin eban deabruak, beste batera arte.

 

HOMILIA

Senideok: sartu gara Garizuma aldian eta hasi dogu Jainkoaganako bihurtze-bidea. Hauxe da Garizuman zehar erabiliko dogun hitza: bihurtzea, bihozbarritzea; eta kontuan hartu behar dogu bihurtzea, bihozbarritzea ez dala une bateko ekintza bat edo lorpen bat, ibilbidea baino, bizitza guztiko ibilbidea.

Gaurko liturgiak eskeintzen deuskun Jainkoaren berban, iragarri doguzan irakurgaietan, bihozbarritzerako ibilbidea eskeintzen jaku eta aparteko dei bat egiten. Behar bada, geure usteetan gelditzen garalako, ohartu barik igaroko jaku geure ondo-ondotik, parajetik, Jainkoaren dei hori; jarri eizu zeure uste osoa Jainkoagan. «Zeu zaitut, Jauna, ondasuna», esango bagendu egunero eguna hastean... Uste dogu Jaunagan dogula ustea, baina badino besterik gure eguneroko bizikereak. Entzun daigun, ba, Garizumako lehenengo deia: «izan uste osoa Jaunagan»; ez deiogun entzun-gor egin, uste osoa badogula beragan jarrita uste izanik. Hasi gaitezan gure jokabideak aztertzen Jainkoaren hitzaren haritik, bildur barik, benetan jarrita gure uste osoa Jainkoagan, harek ez dau gura-eta guretzat txarrik, on hutsa baino.

Iragarri dogun hitzak eremua (basamortua, desertua) jarten deusku Jainkoagaz benetako topaketea egiteko leku apropos. Eremuko esperientzia egitea dagokigu, ba, Jainko esperientzia benetakoa egiteko.

Jesus, Joanek bateatu eta hauxe da nire Semea, nire maitea zerutiko ahotsa entzun ondoren, Espirituak basamortura daroa. Hemen, Egiptotik urten eta 40 urtez basamortuan zehar ibili zan herria ikusi behar dogu, eta Moisesek Sinaira egin eban 40 eguneko ibilbidea ere bai, ebanjelioak Jesus 40 eguneko barau-aldian jarriko deuskulako eremuan.

Zer azpimarratuko deuskue Jesusengan ebanjelioek? Lehenengo ta behin, Jesus benetako gizakia dala: gosetzen dana, tentaldiak jasan behar dauzana. Bigarrenez, Tentatzailearen hizkeratik eta Jesusek domotsozan erantzunetatik beste hauxe atarako dogu: Idazti Deunak (Jainkoaren berba idatzia), halan edo holan erabili daitekezela. Eta, azkenik, Jesusek (Espirituak darabilan eta uste osoa Jainkoagan dauan gizaki dalako) tentaldi guztiak gainditzen dauzala, eta uxatu egiten dauala Tentatzailea, honek beste une egokiren bat beti bilatuko dauan arren. Une egoki hori gurutzean zintzilik dagoela izango da.

Jesusengan aurkituko doguna, ba, senideok, hauxe da: Paradisuan, lehenengo gizakiak huts egin eban: Jesusengan aurkitzen dogu huts egiten ez dauan benetako gizaki barria; Jainkoaren herriak behin eta barriro egin eban huts basamortuan; Jesusengandik jaioko da, bateoaren bidez, Jainkoaren herri barria...

Zelangoa izango da gizaki barri eta herri barri hori? Espirituaren arabera dabilana eta uste osoa Jainkoagan dauana. Horregaitik muzin egiten deutse ahalmena norbere onerako erabilteari (harria ogi bihurtzea), edo aginte eta nagusitzari (Tentatzaileak berak gura dauanari emoten deutsoz bera gurtzeko baldintzapean); eta muzin egiten deutso baita izen handi errazari ere (Jauretxeko goitik burua bota eta jendeak txalo artean hartzeari). Hau da: Jainkoak bere aldiak dauz eta taupadak, bere Igurtzi edo Mesiasen lana agertzeko; eta ez da izango bat-batekoa; astiro-astiro garatzen joango dana baino.

Lehengo irakurgai biek, senideok,  aparteko taupada bi eskeini deuskuez. Bigarrenak hauxe esan deusku: Jainkoaren berbea hur-hurrean daukagula; paraje. Eta egia da: apartekotasunez hurreratu geintekez Garizuma aldi honetan zehar Jainkoaren berbara, eguneroko mezan; eta Gotzainen Gutunetik ere ibilbide eder eta gozatsua egin geike Jainkoaren berbara.

Eta lehenengo irakurgaiak eskeintzaren balioa, edo esangurea, azaldu deusku. Senideok, eskeintzaz, limosneaz, gure irabazietatik emonaz, ez dogu Jainkoagandik ezer lortu gura, lortu dogu-ta; eskertu egin gura deutsogu; eta ondasunetan barik Jainkoagan dogula gure ustea erakutsi gura dogu. Eta hori egitean, behartsuak eta txikiak dira irabazle.

Ikusi, ba, senideok, basamortuak Jainkoagaz topo egiteko daukan indarra eta esangurea: han ez dago ondasunik, beharrizana baino; han, gizakirik handiena ere txikia da; eta han ezertarako ez dira ondasunak.

Emon deioguzan, ba, eskerrak Jainkoari, gure ondo-ondoan, hur-hurrean, paraje, daukagulako beti. Eskatu deiogun emon deigula bere berbeaganako gosea, egarria, eta jo daigula sarri berbearen iturri gozora, gure eskeintzak gozotasun horren ezaugarri izan daitezan.


2007/02/17

DOMINGO VIIº DEL TIEMPO ORDINARIO /C


Sm 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13
1Co 15,45-49
Lc 6,27-38

HOMILÍA

Hermanos: la liturgia de hoy nos pone de cara al amor que Dios nos profesa como a hijos/as suyos que somos en su Hijo Jesús. ¡Claro que puede sorprendernos la exigencia que Jesús plantea en el evangelio a sus discípulos! Nos pondremos a la defensiva, aduciendo que nos parece difícil de cumplir. Pero ¿podemos quedarnos ahí? Como es difícil, me quedo donde estoy. No parece una respuesta acorde con lo que Jesús espera de sus discípulos: de ti, de mí. ¿Podríamos tratar de despejar las dificultades acercándonos a las experiencias que nos brindan las lecturas que hemos proclamado?

¡Elocuente la actuación de David! El rey Saúl lo busca para quitarlo de en medio, porque su fama va camino de eclipsarlo, y, mal aconsejado por sus cercanos, y presa de su envidia, persigue a David. Pero es David quien lo tiene al alcance de su espada, y podría acabar con él, incluso pensando que es Dios quien lo pone en sus manos (como lo hace su compañero Abisaí). Sin embargo, David va más allá de la mera mirada humana y del primer impulso: ve en Saúl no a un enemigo que hay que eliminar, sino al ungido de Dios que hay que respetar...

Una breve reflexión, hermanos. ¿Qué nos falta a nosotros para saber respetar al prójimo, y llegar incluso —como nos lo pide Jesús en el evangelio— a amar al enemigo? ¿No será esta mirada de fe lo que nos falta? Sin ella, la propuesta de Jesús, a pesar del ejemplo de David, hombre de guerra, no lo olvidemos, nos parecerá naturalmente imposible.

Pero Jesús se lo pide a sus discípulos. ¿Puede pedirnos imposibles? ¿Podemos justificarnos aduciendo la dificultad de poner en práctica su propuesta, o trataremos de ahondar en ella, y en las posibilidades que tenemos de agradar a Jesús y comportarnos como hijos/as que hacen realidad en su vida cotidiana el amor que disfrutan del Padre?

En el lenguaje de Pablo, somos aún hombres terrenos, pero camino de celestiales; esto es: nos comportamos como terrenos, pero va apareciendo en nosotros la imagen del hombre celestial. Vamos, pues, a potenciar sus manifestaciones. Para ello hará falta creer en la resurrección, y que este cuerpo terreno, corruptible, está llamado a transformarse en resucitado, incorruptible, celestial.

Nos acompaña también el ejemplo de David, y la oración que hemos hecho en el salmo nos estimula, pues, aunque seamos pecadores, podemos alabar a Dios: él perdona nuestra culpa, con paciencia, misericordia y amor.

Lo que podemos ver en juego en estos momentos es precisamente nuestro seguimiento a Jesús. Sigámosle, seamos sus discípulos, porque en él, mediante la fe, somos hijos/as de Dios; en él experimentamos el amor misericordioso del Padre; en él estamos siendo conducidos a su humanidad resucitada... Disfrutemos de todo ello en la oración; y todas las dificultades que se nos presentan, y que son reales, nada ficticias, se irán desvaneciendo.

Asumamos que Jesús no nos pide imposibles. Que lo que nos hace falta es experimentar en nosotros mismos el amor misericordioso del Padre. Y la respuesta se objetivará en el respeto al hermano, evitando toda murmuración y todo juicio, llegando incluso al amor al enemigo.

Es nuestra aportación al mundo, no lo olvidemos, ni nos refugiemos en la dificultad que entraña. Es la genuina aportación de Jesús: amar al enemigo. Confiemos en él, y pidámosle que, con él por delante, seamos capaces de ir caminando en la realización de su propuesta. Queremos manifestar en nuestra vida diaria el amor misericordioso, incondicional, que Dios derrama sobre todos sus hijos/as.

Que la Cuaresma que pronto iniciaremos sea un tiempo propicio para buscarle a Dios y llevarlo a nuestra vida diaria.

2007/02/16

URTEAN ZEHARREKO VII. DOMEKEA (C)


1Sm 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13
1Ko 15, 45-49
Lk 6, 27-38

HOMILIA

Senideok: gaurko liturgiak Jainkoaren maitasunera begira jarten gaitu; Jainkoak deuskun maitasunaz jabetzera gonbidatzen gaitu; Jainkoak guganako dauan maitasuna ezezaguna dogula esan gura dau horrek, senideok. Onartzen edo aintzat hartzen ete dogu hau, senideok? Maite gaitulako ezagutzen gaitu eta dogu errukior; maite gaitulako errespetatzen gaitu eta itxaroten dau gugandik maitasun erantzuna; maite gaitulako, seme-alaba gaitulako, itxaroten dau gugandik beste guztienganako maitasun erantzuna, errukitsua, Jainkoaren seme-alabei dagokiena.

Zein izaten da, senideok, gure behin-behineko erantzuna? Badakigu, baina hain da gatxa… Gatxa da, senideok, ala ezinezkoa? Zer esan gura dogu gatxa da dinogunean? Eskatzen jakun ahalegina egiteko ez gagozela gertu? Gure ahalmenetik harago dagoala? Guztiok egingo bagendu errezago litzatekela, baina…?

Ba, senideok, argi eduki behar dogu Jainkoari esker onez erantzun gura izatea, antza danez, gero eta gitxiagoren gauzea dala gure artean. Dei bat, ba, Eukaristia honetan Jainkoaren hitza entzuteko eta bizitzea haren esanetara jarteko alkartu garen guztioi; neure buruari lehenengo.

Gaurko Liturgiak adibide eder bat jarri deusku lehenengo irakurgaian. Saul erregeak akabatu egin gura dau Dabid, izen handia hartzen doalako, bera baino hobeto ikusia dalako; bekaitzak eta ingurukoen burubide gaiztoak daroe Saul bere zerbitzaririk zintzoena akabatu gura izatera. Eta hara!, Dabidek dauka bere arerioa akabatzeko aukera paregabea; eta Jainkoaren izenean gainera eskatuko deutso akabatzeko laguntzaileak (Abisaik). Baina Dabidek argi dauka Jainkoaren izenean ezin daitekela txarkeriarik egin, eta gitxiago holango sarraskirik. Senideok, adi! Zenbat sarraski egiten ete da, geure egunetan ere, Jainkoaren izenean, norbere txarkeriak justifikatzearren-edo. Jain­koa baztertuta daukagulako ez ete da?

Ebanjelioan, Jesusek bere berban azalduko deusku egunero bere egintzetan ereiten dauana; maite gaituenak eta guri on egiten deuskuenak eta gugaitik ondo esaten dabenak baino harutzago doan maitasuna. Hau ez da izango edonorentzako agindua, bere hurrekoentzakoa baino, bere ikasleentzakoa, jarraitzaileentzakoa, zeuretzakoa, neuretzakoa, Jesusen jarraitzaile garala dinogunontzakoa…

Ulertzea bera ere gatx egingo jake ikasleei; baina Dabiden jokabidea hausnartu dogunoi, eta Paulok esan deuskuna gogoan hartu gura dogunoi, senideok, ez jaku gatx egingo, burubide eta bizitzako ibilbide baino; bizitzaratzea gauza gatxa dala badinogu ere.

Gure haragia mundutarra da, eta mundutar jokatuko dau. Baina berbiztua izatera bidean da, eta euki daikez berbiztu izpiak ere.

Hauxe da, ba, behar doguna, senideok: berbizkunde sinismena. Gu ez gara garan hau heriotzearen ilunpetako ezerezera botatekoak, egun baten berbizkunde gorputzez janztekoak baino. Eta horrexek garoaz gugan Jainkoaren maitasuna eta haren indarra sumatzera, eta Jainkoaren seme-alaba lez errespetatzera, maitatzera, errukitzera, eta epaia Jainkoaren esku iztera.

Zenbat gure eguneroko jokabide aztertu behar izango geukezan gaur irakurritako ebanjelio txatal honetatik, senideok. Ezin geintekez geratu hemen entzundakoa bizitzaratzea gatxa dala esatean. Jainkoaren maitasuna sumatu behar dogu gure erraietan, eta holango maitasunari maitasunez erantzuteko garra eskatu behar dogu. Bestela, zenbat ganora bako epaikuntza, mormoxeta, bidegabekaria eta Jainkoaren izeneango triskantza egingo doguzan oraindino ere... Guda-gizon zirenek (Dabidek) etsaiagan Jainkoaren gantzutua ikusteko ahalme­na, eta hareik errespetatzekoa baeben, eta guk ez, zeozer falta jakulako izango da. Falta jakun hori ez ete deutsogu eskatuko gaurko otoi­tzean?

Ea laster hasiko dogun Garizuman Jainkoaren errukia bilatzen dogun eta haren maitasun errukitsuaz atsegin hartzen dogun, benetako autorle edo testigu izateko.

Eskatu daigun grazia hori.

LEHENENGOKO IRAKURGAIA

Samuelen liburutik (1Sm 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23)

Egun haietan, Zif-eko basamortura jatsi zan Saul, hiru mila mutil israeldar aukeraturekin, Dabiden bila.

Dabid eta Abisai gauez heldu ziran arerioen txabolategira, eta han aurkitu eben Saul, lotan, gurdien erdian etzunda, bere buru-ondoan lantzea lurrean sartuta eukala. Abner eta gudariak ere lo egozan, haren inguruan etzunda. Orduan Abisaik honan berba egin eutson Dabidi: "Jainkoak gaur eskuetan jartzen deutsu zure arerioa. Itzi egidazu lantzakada batez lurrari josten; ez dau beharko bigarrenik". Dabidek, ostera, Abisairi: "Ez hil! Ezin daitekelako zigor barik gelditu Jaunaren igurtziari eskua ezarten deutsonik"

Orduan Dabidek hartu zituan Saulen buru-aldetik lantzea eta ur-ontzia, eta joan egin ziran. Ez zituan inok ikusi, ez zan inor konturatu; ezta itzartu ere; danak lo egozan, Jaunak lo astuna bialdu eutsen-eta.

Dabid beste aldera joan zan, eta han urrun gelditu zan, mendi-gailurrean, Saulengandik tarte handia eukala. Handik Dabidek oihu egin eban: "Errege, hona hemen zure lantzea. Bialdu egizu mutil bat honen bila. Jaunak ordainduko deutso bakotxari egin dauan zuzena eta leiala. Jaunak gaur neure eskuetan jarri zaitu, baina nik ez deutsot eskurik ezarri nahi izan Jaunaren igurtziari".

SALMOA (102, 1-2...)

Ene anima, goratu egizu Jauna,
nire barru osoak Haren izen deuna.
Ene anima, goratu egizu Jauna,
eta ez ahaztu Haren zuri egina.

Erruki hutsa dogu Jauna, errukia ta maitasuna

Berak parkatzen ditu zure hobenak,
osatzen zure gatxak danak;
askatzen dau heriotzatik bizia,
emoten deutsu koroetzat grazia ta errukia

Erruki hutsa dogu Jauna, errukia ta maitasuna

Errukior da Jauna ta bihozpera
hasarre-gatxa ta guztiz onbera.
Ez dihardu gugaz gure hobenen neurrira,
ez deusku ordaintzen gure erruen arira.

Erruki hutsa dogu Jauna, errukia ta maitasuna

Sortalde-sartaldeak urrun dagoz alkarregandik,
hain urrun bialtzen ditu gure gaiztakeriak, gugandik.
Aita bere semeetaz erruki ohi dan besala,
bildur deutsoenentzat errukidun da Jauna.

Erruki hutsa dogu Jauna, errukia ta maitasuna

BIGARREN IRAKURGAIA


San Paulo Apostoluak Korintotarrei (1 Ko 15, 45-49)

Senideok: Lehenengo gizona, Adan, bizidun egina izan zan; azkenengo Adan, espiritu bizi-emoilea da.

Ez da espiritua lehenengo agertzen dana, bizia baino; eta gero espiritua. Lehenengo gizona lurretik dator, lurrekoa da; bigarrena, zerutik dator. Lurreko ha zelango, lurraldekoak halango; eta zeruko ha zelango, zerukoak halango. Beraz, lurrekoaren antza daroagun lez, eroango dogu zerukoarena ere.

EBANJELIOA

Aleluia

Agindu barri bat emoten deutsuet – dino Jaunak:
Maitatu egizue alkar,
Neuk maite izan zaituedan lez.

Aleluia


Jesukristoren Ebanjelioa San Lukasen liburutik (Lk 6, 27-38)

Aldi haretan, Jesusek esan eutsen bere ikasleei:

"Hauxe diñotsuet Nik entzuleoi: Maitatu egizuez zuen arerioak; egin on, gorroto deutsuenei; bedeinkatu, madarikatzen zaituenak; egin otoitz, txarto esaten deutsuenen alde.

Matraila baten joten zaituenari, eskeini egiozu bestea ere; eta zure soin-gainekoa kentzen deutsunari, ez ukatu jantzia.

Eskean datortzunari, emoiozu; zeurea kentzen deutsunari, ez biurtuazo; egin besteei, eurek zeuoi egitea nahi zeunkeen lez. Maite zaituenak maite izanik, ze esker on zor jatzue? Pekatariek ere maite dabez euren maitatzaileak. Eta on egiten deutsuenei on eginik, ze esker on zor jatzue? Pekatariek ere egiten dabe horrenbeste. Ordaina hartzekotan aurreraturik, ze esker on zor jatzue? Pekatariek ere aurreratzen deutse pekatariei, gero ordaina hartzekotan.

Zuok, ostera, maitatu egizuez zuen arerioak; egin on eta aurreratu, ordainaren zain egon barik; eta zuen saria handia izango da, eta Goi-goikoaren seme-alaba izango zaree; Bera ere ona da-ta gaiztoekin eta esker txarrekoekin.

Izan zaiteze errukiorrak, zuen Aita errukiorra dan lez.

Ez epaitu, eta ez zaitue epaituko; ez kondenatu, eta ez zaitue kondenatuko; parkatu egizue, eta parkatu egingo jatzue; emon, eta emongo jatzue: neurri zabala botako jatzue altzora, eta betea, eragina, gainezkakoa. Zeuok erabiltzen dozuen neurriaz izango zaree neurtuak"

2007/02/10

URTEAN ZEHARREKO VI. DOMEKEA /C

Gosearen aurkako kanpainea: «Esku Alkartuak»

Jr 17, 5-8
1Ko 15, 12.16-20
Lk 6, 17.20-26

HOMILIA

 

Senideok: aspalditik daukagu «Esku Alkartuak» edo «Manos Unidas» erakundea otsailaren bigarren domekako gure liturgian ate-joka. «Ekintza katoliko» edo «Acción Católica» eritzon erakundeko andra talde bat 3. Munduagazko konpromezu baten sartu zan, eta gaur egun 1000 proiektu baino gehiago gauzatzen dabez urtero 3. munduko lurraldeetan, eta milaka miloi euro jarten dabez jokoan proiektuotan. Gure artean ere eskabiderik nagusiena eta esku-zabalena izaten da. Gainera, azken urteotan ez da diru-batzea bakarrik: aurreko barikuan barau egin daigula eskatzen deusku, gosez hilten direnekaz alkartasuna adierazteko.

Ezaugarri ederrak doguz, senideok, eta mendebaldeko eta iparraldeko herrialde garatu eta aberatson esku zabala adierazten dabe. Baina ez dala nahiko esan behar. Bai, dirua emoten dogu, eta elikadurarako, osaketarako eta nekazaritzarako proiektu ederrak garatzen dira. Baina ez da nahiko. Eta ez hirugarren munduko gure senideek gehiago eskatzen dabelako, ez; hori egitean zein zekenak eta zein koldarrak garen konturatzen garalako baino.

Gaurko irakurgaiek zabaltzen deuskuez itxita eta ilunpetan daukaguzan begiak eta baita bihotza ere, sinismenaren bidetik joten badogu. Hausnartu daiguzan.

Gure uste ona (edo konfiantzea) Jainkoagan ete dogu, senideok? Apalak bagina, Jainkoa mihinean bai baina bada-ezpada beste altara batzuk ere jaso doguzela esan behar. Hortxe dagoz aberastasuna, jakintza eta teknikaren ahalmena, eta geu ere laster iruntzi behar gaituan kontsumoa.

Aspaldi danik entzuten dogu gure etenbako kontsumoak gure ludi hau hondatze-bidean jarri dauala: berotu egin dogu, uholdeak eta gosete gorria dakarrezan siketak eta beste izurrite batzuk sortuazo doguz. Eta hortxe dihardue jakintsuek eta politikoek eta ekologistek gainera nahi-ta-nahi-ez jatorkun hondamen hori zelan lotu ez dakiela urtenbide bila. Hondamen hori lehenen-lehenen jasaten dabenak 3. mundukoak dira. Ez dogu, ba, nahiko harei laguntzatxo bat emoteaz, geure etenbako kontsumo zoroa murriztu behar dogu, eta hainbat!, geure burua salbatu gura badogu ere...

Jainkoak, senideok, alkar errespetatzera, maitatzera eta alkar zaintzera garoaz. Baina badirudi Jainkoa baztertu dogula eta alkarri ogia kentzen, eta, nor baino nor gehiagoka, alkar zapaltzen eta ingurua hondatzen dihardugula...

Ez da izango horrenbesterako!, esango dogu geure itsukerian; baina jakintsuek-eta hori baino gehiago dala esaten deuskue, eta alarmismo barik.

Sinismenetik begiratuta, senideok, lehenengo irakurgaian profetearen salakuntzea azaldu jaku, eta salmoan irudiez jantzi deusku salakuntza hori: Jainkoagan uste on dauanaren goralpena, eta ustea diruan jarri dauanaren madarikapena iragarriz: ur-ertzeko landarea eta kardu latza.

Bide berean jarri deusku Lukas ebanjelariak Jesus nazaretarra ere, bere madarikapenetan zemaia barik errukia agertzen dauala... Zelan jokatu behar izango geuke, senideok?

Bedeinkapen-madarikapen berbok entzun ondoren, ez daigun gure barrua itxi eta geurean jarraitu, argi daukagu-ta hondamenera goazela bide honetan zehar. Entzun deiogun Paulori; egin deiogun jaramon: gure sinismena atsekabea baino ez da eta mundu honetako errukarrienak gara berbizkunderik ez bada; hau da: mundu honetan ahalik eta atseginik handiena hartzeko baino bizi ez bagara.

Ez, senideok. Jainkoak bere maitasunaz jabetzeko egin gaitula sinisten dogunok, maitasun horren ezaugarri eta zabaltzaile izan gura dogu. Horrexek garoaz Jainkoa aintzaltzera, izadia errespetuz hartuz, neurritsu izanez, gure aberastasunak gure senide pobreekaz alkarbanatuz, alkartasuna erakutsiz... Hauxe litzateke Jainkoagan, eta ez ondasunetan, uste on izatea. Eta Jainkoagan benetan ustea indar iraultzaile bihurtzen da, «Esku Alkartuak» erakundeak argi erakusten deuskunez: urtero mila proiektutik gora gauzatuz. Emon deiogun, ba, esker oneko erantzuna.

Zertara garoaz holan jokatu gura izateak? Lehengo ta behin, Jainkoa geuretzat, gure laguntzarako deitu beharrean, haren aurrean ahozpeztuz, bere esanetara jartera; eta baita erakunde ekologistekaz bat egitera ere; norbere aldetik neurritsu izatera; behartsuekaz alkartasuna erakustera; eta guzti hori indartzeko, eta Jainkoaren grazia dala adierazteko eta ez geure boluntarismoaren lorpena, Jainkoaren berbea irakurri, ospatu eta hausnartzera eta hortixik otoitz egitera. Gehiegi edo larregi eskatzen ete deusku? Baina, ustea Jainkoagan jarrita dauken ur-ertzeko landara gara,  ala beste zeozertan jarri dogu gure uste ona? Hausnartu daigun unetxo batez eta otoitz egin.

 

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO /C


Campaña de «MANOS UNIDAS»
contra el Hambre en el Mundo

 

Jr 17, 5-8
1Co 15, 12.16-20
Lc 6, 17.20-26

HOMILÍA

 

Hermanos: hace ya algún tiempo que, al llegar al segundo domingo de febrero sentimos la llamada de la Organización «Manos Unidas» para colaborar en la Campaña contra el hombre en el mundo. Esta acción que un grupo de mujeres de Acción Católica pusieron en marcha (en el año 1960) como compromiso de su ser cristiano llega hoy en día, al cabo de unos años, a mover miles de millones de euros y llevar a cabo más de mil proyectos al año en el Tercer Mundo. La colecta que se realiza en este día viene a ser la más generosa de todo el año, también entre nosotros.

Pero ¿es suficiente? Y no lo digo porque se quejen los que sufren y padecen en el Tercer Mundo, sino porque nos damos cuenta de que este gesto de solidaridad, aunque puede honrarnos, denuncia al mismo tiempo nuestra vida asentada en el consumo, la explotación el desarrollo insostenible, y todo ello, en gran medida, a costa de los pueblos del Sur, infradesarrollados o del Tercer Mundo. ¿No podríamos iluminar esta situación desde la luz que nos ofrecen las lecturas de este VI domingo del Tiempo Ordinario?

La diatriba contra los idólatras que hemos escuchado en la primera lectura es bastante común en los profetas, que tratan de corregir la tendencia del Pueblo de Dios a contaminarse con los usos y costumbres de los pueblos que les circundan, lo cual le acarrea al pueblo división, relajación en sus costumbres y la propia destrucción. Su diatriba será recogida también, a modo de oración, en el salmo. Y así la rezarán los fieles.

Pero es que, en nuestros días, vemos que también  entre nosotros se está haciendo realidad lo que denuncia el profeta; basta con oír a los científicos y a los ecologistas, para darnos cuenta, sin alarmismos, de que el calentamiento del planeta (fruto de nuestra alocada carrera de consumo y explotación en gran parte) nos está llevando a sufrir desde tremendas inundaciones y sequías que producen hambruna en vastas regiones, hasta la propia destrucción del planeta: hay científicos que auguran que, a final de siglo, los 6000 millones de habitantes que hoy habitan el planeta se convertirán en 500 millones, y habitando la Antártida. ¡Aterrador! ¿Es éste el Planeta que queremos para nuestros hijos y nietos?

El Dios que nos revela Jesús de Nazaret es el Dios del amor, de la solidaridad, del respeto: es el Dios Creador y Padre. En su nombre no podemos hacer que se desboque el caballo del desarrollo insostenible, ni oprimir con la Deuda Impagable a los países subdesarrollados, ni contentarnos con detalles de solidaridad con los que mueren de hambre. El Dios que adoramos nos exige amor al que sufre, y también respeto a la Creación... Y hemos de confesar que, como Israel, también nosotros adoramos, por si acaso a otros dioses, y ello nos está llevando a la destrucción.

¡No será para tanto!, dirán los recalcitrantes que pueden disfrutar del consumo y del derroche, pidiendo para ello salud y ayuda a Dios. Pero, si escuchamos la voz del profeta, a la que, sin alarmismos se suma Jesús, en cuya boca Lucas pone las malaventuranzas, y queremos ser verdaderamente generosos, podríamos pasar a limitar nuestro consumo (cosa que está al alcance de cualquiera), practicar la moderación y la sobriedad, y materializar nuestra solidaridad con los países de Tercer Mundo sin ofenderles.

Escuchémosle a Pablo: «Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados». ¿No es verdad que nos cuesta elevar la cabeza, porque topar con Dios compromete? ¡La fe es una fuerza revolucionaria! Y nos lo han demostrado las mujeres de Acción Católica que hoy pueden mostrarnos, con lícito orgullo, que, desde el compromiso cristiano pueden mover los dineros que mueven y llevar a cabo los proyectos que llevan a cabo, pero que, a pesar de todo no significan más que un detalle de lo que somos capaces de hacer con un Dios al que nos entreguemos con generosidad.

Descubramos en los ayes de Jesús no una amenaza sino la descripción de la cruda realidad que vivimos: no sonreímos más, ni somos más felices, ni más humanos, ni más hermanos porque disfrutamos de más bienes y riquezas. Somos conscientes de ello aunque no queramos desprendernos de lo que disfrutamos. Y no hace falta ser mártir o bicho raro para ponerlo en práctica. Hace falta acercarse con sinceridad a Dios, a escuchar su palabra, a iluminar desde ella nuestra vida y nuestros hábitos; que ello nos lleve a moderar el consumo, a ser sobrios, a colaborar en las tareas ecológicas, de reciclage, y a apoyarnos mutuamente en el cometido.

¿Podríamos fijarnos en nuestra memoria la imagen que nos ha propuesto el profeta?: «Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto».

 

2007/02/03

DOMINGO 5º DEL TIEMPO ORDINARIO /C


Is 6, 1-2a.3-8
Sal 138
1Cor 15, 1-11
Lc 5, 1-11

HOMILÍA

 

Hermanos: ¿os acordáis del evangelio del domingo pasado? Los paisanos de Jesús lo expulsan de la Sinagoga y lo quieren despeñar al barranco: tenían bastante con su sinagoga, sus cumplimientos legales, sus normas...; Jesús les sobraba, porque no tenía ningún aval...: el hijo del carpintero.

La liturgia de hoy nos ha presentado la otra cara de la moneda: puede haber otras actitudes, tanto ante Jesús como ante Dios. ¿Podría enseñarnos algo esta liturgia y movernos a responder con generosidad a Dios? Acerquémonos a las lecturas en actitud de oración; esto es: tratando de encontrarnos con Dios.

De esa manera casi coincidimos con el personaje que nos ha presentado la primera lectura. Isaías, en medio de la parafernalia litúrgica, siente que Dios le llama. La segunda lectura, por el contrario, nos presenta la llamada que recibe, y a la que responde generosamente, Pablo. ¡Qué circunstancias tan diferentes! Pablo estaba persiguiendo a los seguidores de Jesús para llevarlos ante la autoridad que los castigara. Y el evangelio nos ha presentado la llamada que hace Jesús a Pedro y sus compañeros. Las circunstancias son otras: en plena faena, en pleno trabajo, en las circunstancias más normales son llamados... Y la respuesta final, en los tres casos es manifestar la disponibilidad: mándame a mí...; dejando las redes, lo siguieron.

Hermanos, Dios nos llama, y no se cansa de llamarnos. Y lo hace en cualquier circunstancia. Y nos llama a cada uno de nosotros. ¿O pensamos que sólo llama a unos, a los que valen? Dios llama a todos, porque todos somos sus hijos, y a todos nos quiere hacer partícipes de colaborar en la construcción de su reino, que expulsa los demonios del mal, el odio, la enfermedad, la pobreza...

¿Qué sientes al oír esto? ¿Verdad que apenas te puedes creer que Dios te llame a ti, personalmente? ¿Que Dios me llama a mí? —dirás. La verdad es que también les pasa eso a Isaías y a Pedro... ¡Ay de mí! —decía Isaías—. Yo, un hombre de labios impuros...  Pero eso no le importa a Dios, que transformará sus labios impuros en labios que pronuncien las palabras que le dicte. Sólo se le pedirá disponibilidad: ¿A quién mandaré; quién ira por mí. Aquí estoy; mándame.

También Pedro, sobrecogido por el signo de aquella redada de peces, trata de manifestar su incapacidad, su desmerecimiento, su falta de idoneidad: ¡Apártate de mí, que soy un pecador! Pero su disponibilidad le convertirá en pescador de hombres.

Asimismo, Pablo, que cambia radicalmente de orientación, es feliz de que la gracia de Dios en él no haya caído en saco roto. No se atribuye a sí mismo el éxito, sino que se lo atribuye a la gracia de Dios que él ha dejado que actúe en él.

¿Verdad que el meditar estas lecturas nos llevaría a cambiar de modo de acercarnos a Dios? Nos llevaría a dar el salto desde la Sinagoga de Nazaret al encuentro vocacional con Jesús. De dirigirnos a Dios a pedirle por, nos acercaría a escucharle para. También a nosotros nos abruman las dificultades tanto personales como circunstanciales, y preferiríamos seguir en nuestra sinagoga de nazaret...

Pero si somos capaces de escuchar la invitación de Jesús y de confiar en él, y de dejar que su gracia actúe en mí, en cada uno de nosotros, y somos capaces de compartir nuestra vocación, ¿no os parece que iríamos construyendo ese reino de Dios que se iría notando en nuestra parroquia, en nuestras casas, en nuestro pueblo, en nuestras relaciones...?

¿Qué necesitamos para responder con generosidad a ese Dios que nos llama a colaborar en la tarea de la salvación?

 

2007/02/02

URTEAN ZEHARREKO V. DOMEKEA /C

 

HOMILIA

 

Senideok: gustatuko litxakigu Jainkoak deituak izatea? Zer erantzungo leuskio gutariko bakotxak Jainkoari harek bere eginkizunetarako deituko baleutso? Ea, hausnartu daigun unetxo batez: nik, zer erantzungo neuskio bere eginkizunen baterako Jainkoak deituko baleust? Zelan sentituko nintzateke? Poztu, harritu, zurbildu... ezkutatu egingo nintzateke?

Honegaz batera beste hauxe ere hausnartu geike, gaurko liturgiako irakurgaien haritik ez bada ere, gure jokabidea ikutu daiela gura badogu behintzat: zer uste dot, ustez, Jainkoak aukeratuak direnetaz; hau da: bere izenean hitz egiten deuskuenetaz?

Gaurko irakurgaietan murgiltzen bagara, senideok, argi ikusiko doguz hiru-lau gauza: 1) Jainkoak deitu egiten deuskula bere eginkizunetan esku hartzeko; 2) Gizakiok inondiko eta asmatu ahalako atxakiak jarten deutsoguzala ni barik, beste bat aukeratu daian; 3) Jainkoaz daukagun irudia (ahaltsu izatea, hasago eta ezkutuan dagoana, ikutu ezinekoa, begiztatua ere ezin izan daitekena...) hori geure irudimenak sortuazotako jainkoa dala, eta ez bere Seme Jesusengan iragarten emon jakuna. Zein jainko sinisten ete dogu, senideok?

Hau dala-ta, ba, gaurko liturgiak hur-hurreko dogun, eta bere eginkizunetarako dei egiten deuskun Jainkoa aurkeztu gura deusku, eta gertu, prest, dagozenek hartzen daben poza, bizitz aldakuntza eta zoriona erakutsiz, euren arteko egin gura gaitu.

Lehenengo ta behin, senideok, Jainkoaren deiari gizakiok atxakiak jarriz erantzuten deutsogula adierazten deusku: «Ai, ene! Galdua naz! Ezpan zikineko gizona izanik, eta ezpan zikineko herriaren erdian nagoana, nire begiek diren guztien Jauna ikusi dabe». San Paulok ere, apostoluen artean, bere burua zazpiki lez, edo sein-galdu lez ikusten dau, kristauak aurrean erabili izan dauzalako, ezer merezi ez dauana.

Bai Isaiasengan eta baita Paulorengan ere bizitz aldakuntzak emoten dira... Jainkoagan uste ona jarrita eukelako, haregaitik edozer egiteko prest dagozelako. Prestutasun horixe aurkitzen dogu Pedrogan ere ebanjelioan: ez dogu ezer ere harrapatu, baina zeure esanean botako dodaz sareak...

Argi ikusi ete eben hiru gizonok euren bokazinoa, Jainkoagaz zuzenean (Isaias) edo Jesusegaz zuzenean (Paulo) kafetxo bat hartzen baegozan lez? Ez, senideok; ez uste izan hori. Bokazinoa, Jainkoak egiten dauan deiari erantzutea, geure gauzea da; geuk egiten ez badogu Jainkoaren deia entzuteko ahaleginik, edo agertzen ez badogu hari erantzuteko prestutasunik, Jainkoak ez gaitu behartuko. Eta, hobeto, pozago, libreago eta zoriontsuago bizi izango ete gara? Ala beste era honetara erantzungo ete deutsogu?: erantzuteko prestutasuna agertzen dabenak kritikatzea, gaitzestea eta hareen bokazinoa urratu gura izatea?

Jainkoa madarikatzen eban mihina ikatz goriak garbitu eban, eta ordutik aurrera Jainkoa goresten eta haren izenean hitz egiten jardun eban Isaiasek. Kristauak aurrean erabili ebazan Paulo Kristoren jarraitzaile egiten da, eta ebanjelioaren zabaltzaile, bera ezagutzen eben guztiak harrituta itziz. Arrantzale bulartsu izatetik giza-arrantzale bildurti baina prestu bihurtu zan Pedro, eta bere gainean Eliza osoa eraikitzeraino izan eban beragan uste on Jesusek... Ez ete ziran hirurok kritikatuak izango? Jakina, baitez! Baina zerk eroan ebazan Jainkoari euren prestutasuna erakustera? Gustatuko ete litxakigu guri, senideok, prestutasun bardinaz erantzutea?

Ba, hausnartu daigun ea non entzuten dogun edo entzun geiken Jainkoaren deia, eta erantzun geikeon hari; eta eskatu deiogun, baietz erantzuteko gauza ez bagara (bildurrez, edo lotsaz, edo beste lehentasun batzuetan bizi garalako), bokazinoen alde otoitz egin daigula, behintzat, eta beste batzuen bokazinoa bideratzen ahalegindu gaitezala, edo ez daigula oztopatu...